Aproximación a la narrativa venezolana
Los venezolanos se reflexionan a través de la ficción
Los autores nacionales siglo tras siglo han utilizado la realidad del país como uno de los elementos para crear una obra ficcional, una característica que también está presente en la “era de Chávez” o “ciclo del chavismo”
Alberto Barrera Tyska considera que para él es muy difícil escribir algo que no tenga que ver con la realidad venezolana. La enfermedad, la precariedad física y la fragilidad de la vida son temas que lo convocan literariamente. Lo débil, lo torcido, lo maltrecho se le es irresistible.
Son esas mismas obsesiones las que lo han llevado a escribir obras como La enfermedad (2006), Patria o Muerte (2015) o Mujeres que matan (2018), cuyo contenido hace referencia a la realidad venezolana actual, lo que lo convierte en una de las representaciones de la “era de Chávez” o “ciclo del chavismo”.
Una fuerte crítica social y el efecto reflejo de un espejo del país caracterizan esta nueva fase de la literatura que se inauguró desde el momento en que Hugo Chávez apareció en televisión nacional, tras el intento de golpe de Estado frustrado en 1992, de acuerdo con el crítico literario y experto en literatura venezolana, Carlos Sandoval.
Barrera Tyszka sostiene que la escritura tiene una función terapéutica. “No solo organiza la curiosidad, sino también el dolor”, dijo en una entrevista a Associated Press.
Aclara que su proceso literario no es algo programático y cuestiona el uso instrumental de la literatura como un vehículo para transmitir ideas. Sus textos responden a sus obsesiones. “Yo escribí una historia de ficción sin saber a dónde iba, queriendo contar cosas que me duelen, que no entiendo, que me parecen complejas y que, probablemente, no sé explicar ni desarrollar de otra manera”, agrega en una entrevista con Omar Osorio Amoretti, profesor de la UCAB y de la USB en áreas literarias.
Los autores venezolanos — quizás inconscientemente — han utilizado en sus formas o en sus temas la realidad del país, elemento que no es nuevo en la narrativa venezolana, pues se ha presentado siglo tras siglo, como una forma de entenderla.
“La magnitud de las destrucciones, del desmantelamiento, son ahora tan grandes que la literatura venezolana con frecuencia adopta un tono expresionista, crudo, tanto en la poesía como en la narrativa. Se suspenden la sutileza o la oblicuidad anteriores como respuesta a nuestra situación límite”, explicó el también crítico literario y doctor en Literatura Hispánica, Miguel Gomes.
Toda la obra literaria dialoga con su momento histórico, sustenta Gomes. Lo variable es hasta qué punto son visibles esas incidencias. Para él, las obras muestran un "despertar" del sueño de lo que fue la modernidad en Venezuela: un aire de progreso y un futuro exitoso patrocinado por el auge petrolero. Además, hay una crítica a ese desarrollismo y, en algunos casos, desesperación y sentimiento de tragedia. Pero, señala el crítico, también hay una labor de preservación de la esperanza.
¿Boom literario o editorial?
Entre 2003 y 2011, los editoriales reeditaron los títulos de años anteriores
— en su mayoría ensayos y trabajos periodísticos sobre el fenómeno Chávez — y nuevos escritores que también usaron el realismo en sus textos. Para el profesor de la UCV adscrito al Instituto de Investigaciones Literarias, Carlos Sandoval, hubo un boom editorial, más no narrativo. “Muchos de esos libros fueron rematados en Chacaito”, asegura.
Miguel Gomes considera irrisorio e hiperbólico comparar lo que sucedió en ese período con el auge de la novela hispanoamericana en la década de 1960. “Quedan excelentes obras, pero cuestiono el marbete colectivo de 'boom”, opina. “Se trató, sobre todo, de un discreto repunte de ventas de autores nacionales dentro del país, que tuvieron que migrar de las editoriales del Estado a editoriales privadas y que se aprovecharon del clima político para aumentar la sensación de ‘boom’ configurado por autores de la oposición”, agrega.
Sin embargo, la tendencia a narrar una época política y socialmente convulsa — o hacer alusión a la misma — no es la única manifestación en la narrativa venezolana del siglo XXI. Sandoval advierte un incremento en el uso de lo fantástico y la ciencia ficción.
La literatura fantástica inicia en Venezuela en la década de 1840 y se mantuvo subterránea parte del siglo XX, alega Sandoval, pues ahora está incorporada como un elemento más de la obra, incluso en aquellas que son realistas. Mientras que, considera, la ciencia ficción ha tenido un aumento como modalidad expresiva que, a su juicio, es una posible respuesta al contexto social. “Es una manera más fácil de tratar de entender — que es lo que hace toda narrativa — el sentido donde se produce ", dijo.
En esa corriente paralela que no está supeditada al realismo y tiene una propuesta más universal, se encuentra el escritor José Urriola. Hijo de escritor y de una bióloga. Dice que en su ADN está el mandato de rendir culto a la ciencia ficción.
Ve ese nicho como una "pequeña rama que acompaña a este tronco de literatura con compromiso social" y que se avoca al futuro. Como Barrera Tyszka, también tiene obsesiones, por lo que no se sentiría cómodo escribiendo otra cosa que lo que ha hecho: Experimento a un perfecto extraño (2012), Chupetes de Luna (2013), Santiago se va (2015), entre otros.
Afirma que en esta modalidad de expresión también hay reflexión y crítica solo que con otro ropaje. “Hay un canal doble: escapo del reflejo de un país que conozco y que me parece avasallante. Pero, también me distancio para tener una mirada que dentro del conflicto no se puede tener y, a su vez, lo confronto”, se refiere al proceso creativo.
Pese a las críticas que se puede tener por no hablar de la realidad explícitamente, asegura que se trata de un sesgo personal de los autores o de las editoriales, porque — dice — hay un público amplio y heterogéneo que atiende a ese tipo de contenido.
La narrativa, entonces, se presenta en distintas modalidades. Ya sea en cápsula de realismo social, ciencia ficción, género fantástico o policial, siempre estará para contarle a los venezolanos, sobre sí mismos y, quizás, advertirlos del porvenir.